Mi nombre es Alberto H. Castro y nací en 1956. Mis padres eran personal de maestranza de un colegio parroquial, allí se conocieron. Vivíamos en un barrio muy muy carenciado, de apenas 100 familias. El barrio quedaba en lo que hoy es el Parque da la Ciudad. Era el Barrio Policial. Allí todos nos ...Continuar leitura
Mi nombre es Alberto H. Castro y nací en 1956. Mis padres eran personal de maestranza de un colegio parroquial, allí se conocieron. Vivíamos en un barrio muy muy carenciado, de apenas 100 familias. El barrio quedaba en lo que hoy es el Parque da la Ciudad. Era el Barrio Policial. Allí todos nos conocíamos. Las fiestas las celebrábamos colectivamente. Había muchos “padrinos”, “tíos”, “primos”, pero en realidad éramos amigos del barrio. Era difícil el transporte ahí: el colectivo pasaba cada tanto y más el fin de semana, por lo que se complicaba ir a la iglesia. Pero vengo de una familia religiosa y estaba la certeza de que una capilla debía haber. Entonces, mi casa tenía un campanario. Los domingos venía el cura y se realizaba la misa allí en mi casa.
Yo nunca de chico salí de vacaciones…porque no podíamos, porque no se estilaba, porque no tenían plata…por lo que sea…Mi papá (además de maestranza) era policía y me mandaba a los campamentos que organizaba la Policía Federal para los hijos en Córdoba. Llegábamos y mandábamos la carta postal para avisar que estábamos bien. No había otro modo. Allí, a mis 12 años, me eligieron mejor compañero y, en una ceremonia en torno a un fogón, me entregaron una medalla que aun hoy conservo. A lo largo de mi vida recibí muchos diplomas, premios, etc. Los dejo para el CV, porque en esta sociedad lamentablemente uno es valorado por los papeles que tenés. Pero este momento de reconocimiento fue muy lindo.
No sé qué cosa he tenido a los 14,15 años, un día dije: “no quiero que me llamen más Alberto, quiero que me llamen por mi segundo nombre: Hugo”. Empecé en mi casa, diciéndole a mi familia. Me dicen, “pero va a ser difícil…tus tíos, tu hermano, nosotros…”. En ese entonces no había teléfono ni mucha cosa. La gente se fue acostumbrando y los que conocí después me conocieron directamente como Hugo. Y entonces cuando llegó Megatel y pusimos teléfono, todo el mundo llamaba preguntando por Hugo. “Hugo te llaman!” De esa manera se fueron acostumbrando. Mi hermano y mis primos jamás dejaron de llamarme Alberto. Y cada tanto alguien de mi pasado me llama así. Y me retrotraigo a mi infancia automáticamente. Ese soy yo. Alberto Hugo. A partir de los 14, Hugo Alberto. Yo no reniego de ser Alberto eh!? Hay una cosa afectiva ahí.
Luego estudié, me metí en el Conservatorio, fundé un coro de niños... Hice muchas cosas: compuse canciones religiosas, me puse a estudiar profesorado de ciencias religiosas… Hasta catequista soy, pero nunca ejercí.
Con mi mujer Analía nos conocimos en el trabajo. En la misma escuela en donde habían trabajado mis padres, yo me había criado, estudiado y a la que volví como profesor. Entré en 1977 allí y me jubilé hace unos meses. Con Analía tuvimos 4 hijas: María Ángeles Soledad de 34 años, Ana Belén de 32, Candela Luján de 24 y Cecilia Milagros, de18 años. Nosotros buscamos que los nombres tuvieran una musicalidad.
María Ángeles Soledad en realidad se iba a llamar Malvina Soledad. Nació el 20 de junio del 82. Lo habíamos decidido con el embarazo en el 81 el nombre…en realidad desde el noviazgo en el año 73 dijimos que así se llamaría nuestra hija. Pero el 2 de abril del 82 comenzó la guerra. Y dijimos “pobre criatura si le ponemos Malvina!”. Soledad lo mantuvimos…
A Cecilia Milagros siempre la llamamos por su segundo nombre, porque realmente su nacimiento fue milagroso. Los médicos consideraban que no iba a prosperar por la edad (40 años) y una enfermedad de Analía. Yo estaba afuera, Analía en la sala de parto y sale la partera y me dice: “Hugo, no sentimos al bebé”. Y le digo: “tratá de sentirla”. A los minutos sale y me dice “va a nacer, va a nacer, va a nacer”. Por eso Milagros.
Hace menos de un año vino mi hija y me dijo: “no quiero que me llamen más Mili. Soy Cecilia.” Se ve que se contagia.Recolher